Ayer estuve con una amiga que me hablaba de su exmarido. Fulanito es así y asá… Suele hacerlo. Habla de él, de cómo era y cómo es. Intenta “salvarlo”.
Lo de menos es que les llamemos narcisistas, almas en pena o niños eternos. No sabemos si son buenas personas o malas. Seguramente las dos cosas. Esto no va de etiquetas ni de buenos y malos. Por ahí nos perdemos en discusiones que pueden impedirnos ver el cuadro completo.
No nos perdamos.
En la película sobre la vida del humorista Eugenio (“Saben aquel”) o en la serie sobre Bárbara Rey y Ángel Cristo se muestra muy claramente el patrón del que hablo. Es una dinámica energética en la que se enredan dos almas necesitadas y desgraciadas.
Hombre “vacío” y perdido, con infancia difícil por la relación con sus padres. Carismático, inteligente, con potencial para el éxito. Ve luz en una mujer que aparece en su vida. La quiero, la necesito. Necesito esa luz. Voy a por ella. Y va. A por todas.
Ella está en lo suyo, en su vida. También tiene encanto, inteligencia y potencial. Puede incluso estar en los inicios de una carrera de éxito. Además, y esto es clave, tiene mucha sensibilidad, empatía y ganas de cuidar y salvar. Y también una infancia difícil.
Los dos tienen baja autoestima.
Sigamos. En las sombras de la vida del sin-luz, reluce la luz de ella. Y él la ve. La necesita. Saca sus encantos para conquistarla, sus halagos. Sus promesas de estabilidad, de familia, de futuro en común, de apoyo y seguridad. Despliega sus habilidades sexuales y muestra en la penumbra su necesidad de ser salvado, querido y cuidado.
Y la con-luz cae en la trampa. Y se mete en el circo del sin-luz, en su proyecto, en su reino, en su vida. Y deja la suya. Deja su camino. Se pone al servicio. Deja su vida y se va a vivir la de otro.
Y se pierde.
Y ya está. Es muy fácil caer ahí y muy difícil salir. Mi amiga ha estado 30 años y en las películas que he citado o en las noticias se ven otros finales posibles.
El sin-luz no puede tratar bien a nadie, empatizar, comprender. No sabe. Sí sabe desplegar encantos para obtener de los demás lo que él necesita para ir tirando.
Que dios (y la conciencia y el conocimiento y el amor a ti) te libren de un sin-luz. Las mujeres estamos muy condicionadas para querer y necesitar la seguridad de una pareja, de una familia, para cuidar y querer que nos cuiden. El sin-luz no cuida. Si sales viva de la relación, te puede servir para aprender a cuidar de ti misma, a amarte a ti. En ese sentido puede ser el mejor regalo de tu vida. Pero tienes que mirar y ver la verdad de lo que es. Lo que de verdad ocurre. Lo que hay detrás del espejismo, del falso brillo de un sin-luz: nada.
Esta dinámica se ha repetido por los siglos de los siglos. Las mujeres hemos servido millones de veces para alimentar a otros. Nos echaban a los leones. Antes todo era más burdo (Sisí emperatriz, Juana la loca o su hermana Catalina, la desgraciada esposa del sin-luz Enrique VIII). Ahora el patrón va siendo más sutil (a veces) pero sigue activo. Ojo.
No te pierdas en los detalles. Quédate con que vas por tu camino y te ficha un tipo que va a conquistarte quieras o no. Que no te quiere soltar pero que tampoco te hace mucho caso cuando te tiene. Que se mira a él, a sus intereses, a sus problemas. Tú caes en la trampa, te entregas a su causa y te vas debilitando, enfermando.
Podemos liberarnos. La película “Barbie” muestra el paso siguiente. Bájate de mi coche, Ken, no voy a llevarte a ningún lugar. Mi viaje es mío. Es para mí. Quiero vivir mi vida. Quiero desplegar mi potencial. Quiero encontrar y relacionarme con personas que no necesiten la luz de otros para vivir. La seguridad, la estabilidad y el amor que necesito, los que tú me prometías, me los doy yo. Que seas muy feliz, mi querido sin-luz.
(Arranca y aléjate, no mires atrás. Hará todo lo posible para mantenerte a su lado)
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Toda mi empatía. Yo estoy justamente alejándome sola de una de esas, porque también hay mujeres que te chupan la energía, que necesitan todo y no te miran, para quienes la vida es desde su punto de vista, y a ti te toca cuidar lo tuyo y suyo. Y ay si dejas de cuidar lo tuyo, como me ha pasado a mí. Ojo y ánimo a tod@s quienes hayan pasado o estén pasando por ahí.
Sí, esa dinámica se da, independientemente del género. Yo pongo el mío, comparto mi experiencia. Gracias por aportar la tuya también, querida Mar.
Hola..gracias Bea,me ha encantado…
Hoy creo que mas que nunca,LAS mujeres hagamos comunidad,no para criticar a El Otro…
Sino para apoyarnos EN este proceso de conocernos,aceptarnps,cuidarnos…cosa que al menos para LAS de mas de 50,es raro Como minimo…
Siempre estamos a tiempo..
Muy bonita tu manera de narrarlo..podrias escribir un libro de reflexiones o hacer podcast
Un abrazo
Gracias, Gabriela, siempre me animas a difundir más y mejor lo que escribo. Igual algún día te hago caso 😉
Y sí, para el otro, compasión, comprensión y límites claros y firmes cuando sea necesario. Un abrazo!
Magnífico!! Buena reflexión!!
Gracias por volver
De nada, gracias a ti también!
Gracias por estar de vuelta y hacernos reflexionar, todo mi ánimo a quien pase por algo así, tenemos que querernos más… gracias.
Sí! Amarnos sin condiciones ♥️. Gracias a ti, un abrazo!