Tengo una amiga que trabaja en una perfumería. De vez en cuando, me da una muestra de perfume. Yo se la agradezco. Y ya está. Imaginad si le dijera que por qué no me da más: “María José (así se llama mi amiga): ¿por qué no me das más muestras?, ¡qué pocas me das! Si de verdad yo te importara, me darías más, y de otra marcas mejores. Tengo una amiga a la que su amiga le da un montón de muestras. Sabes que me gustan las muestras de la marca tal y me las das de la marca cual….” Pues esto, queridas amigas, hacemos a veces con nuestras parejas. (Pido perdón por poner a las mujeres de protagonistas, es el lado que conozco. Seguramente se pueda poner a los hombres en el mismo papel). Algunos hombres, al oír las quejas, te dan la perfumería entera, hasta las estanterías y el local. Otros, cuanto más les pides, menos te dan. Otros, en cuanto les pides la primera muestra de más, huyen despavoridos. ¡Un desastre! Y pocas veces se nos ocurre cambiar de enfoque. Valorar y agradecer lo que nos dan. Darnos cuenta de que nadie está obligado a darnos nada. Mirar qué estamos dando nosotros. Preguntarnos por qué tenemos esa necesidad insaciable de muestras.
Si mi amiga al darme las muestras me humillara, o me dijera que eran un regalo y luego quisiera cobrármelas, o si
me las diera y luego me exigiera algo a cambio, quizás tendría que plantearme si quería protestar o incluso dejar de ser su amiga. Pero no parece que sea el caso. Y, salvo alguna excepción, tampoco suele ser ese el caso cuando se trata de la pareja.
Imaginad que confundo la cantidad de muestras de perfume que me da mi amiga con lo que yo valgo o con lo que me quiere. Si me da más muestras y son de una marca mejor, es que me quiere más y, por lo tanto, valgo más. ¿Qué os parece el razonamiento? Pues creo que eso hacemos a veces en las relaciones. ¿Qué tiene que ver lo que me da alguien o cómo se comporta conmigo con el valor que yo tengo? Soy una persona, un ser humano y mi valor no depende de lo que otros hagan conmigo. Lo que tengo que ver es si me gusta lo que me dan, si lo disfruto, si me siento bien. Ya está. Y no confundir las cosas.
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