Ayer tuvimos la meditación en grupo y decidimos hacer algo nuevo. Cada semana, en la sesión, vamos a plantear una pequeña práctica de atención plena para llevar a la vida cotidiana. En la siguiente sesión comentaremos cómo nos ha ido, qué hemos descubierto, y plantearemos una nueva práctica para la semana siguiente.
Muchos de vosotros no venís a las sesiones ni tenéis tiempo para una práctica regular, si os apetece podéis uniros a este nuevo reto, practicando lo que propongamos en las sesiones (yo os lo contaré al día siguiente). Si queréis, podéis dejar vuestros comentarios al final de la entrada.
Os cuento la práctica de esta semana: hacer una pausa. En nuestro día a día en muchas ocasiones nos vemos enredados en nuestros pensamientos, perdidos dándole vueltas a cualquier cosa. Otras veces nos invade la tristeza, la preocupación, la rabia, la angustia, la prisa… En esos momentos, solemos desconectarnos de la realidad. Nos ponemos en piloto automático. Ahí es cuando somos más vulnerables, cuando estamos más desprotegidos. Ahí es cuando podemos reaccionar de maneras que solo añadirán más carga a la que ya tenemos. Ahí es donde nuestra energía se va, se dispersa.
El poeta Rumi pregunta: «¿Te visitas a ti mismo regularmente?». Podemos hacernos esta pregunta. La práctica de la atención plena nos lleva a nosotros mismos, nos lleva a acompañarnos en los momentos difíciles, nos saca del trance de la inconsciencia, de la rumiación inútil y nos conecta con la experiencia del momento. Solo abriéndonos a esa experiencia podemos cuidarnos, podemos saber de verdad qué es lo mejor en cada momento, lo que más nos conviene; y de este modo actuaremos en consecuencia. Desde la conexión con nosotros mismos, con lo que está sucediendo, podremos también conectar genuina y amorosamente con el otro (quizás lo más importante y valioso de nuestra vida).
Llamamos «pausa sagrada» a esa parada en medio del día a día, ese espacio que se abre en medio de la oscuridad, de las tormentas. Ese soplo de aire fresco que podemos meter cuando queramos en los momentos más sofocantes de nuestra vida y nuestra relación con los demás.
Práctica para esta semana
Hacer al menos tres pausas cada día.
Cómo se hace: parar y tomar tres respiraciones conscientes. Lentas, profundas, inhalando y exhalando por la nariz. Llenando bien los pulmones y notando después el efecto de la relajación: soltar, dejar ir, liberar tensiones. Después de esas tres respiraciones, dejar que la respiración siga a su ritmo natural. Abrir la atención a todo nuestro cuerpo y ver si podemos relajar un poco más: los ojos, el entrecejo, la mandíbula, los hombros… notar cómo el abdomen recibe suavemente cada respiración. Sentir el cuerpo, las sensaciones. Si estamos con alguna emoción o situación difícil, respirar con esa experiencia, permitirla… Incluir en el campo de nuestra atención los sonidos y esa presencia que está siempre ahí, de fondo. Seguir con lo que estuviéramos haciendo y ver si ha cambiado algo después de nuestra pausa. ¿Cómo es ahora mi atención? ¿Dónde estoy?
Podemos hacer esta parada en cualquier momento, cuando estemos en el coche, desayunando, cuando nos veamos en un aprieto, cuando nos estemos sintiendo bien o mal. Cuantas más veces la hagamos, más fácil será para nosotros; puede incluso convertirse en algo natural.
Recordemos, para terminar, los versos de Martha Postlewaite que ya he citado otras veces:
No intentes salvar el mundo entero ni hacer nada grandioso. En vez de eso, abre un claro en el denso bosque de tu vida.
… y que en ese claro pueda surgir la claridad, la calma, la presencia.
(La foto es un claro en un bosque de la sierra de Huétor. La hice este domingo en un paseo que dimos con Manolo Toribio)
Si quieres estar al tanto de las novedades o de cualquier cambio en las actividades de mindfulnessgranada
Hola Beatriz, gracias por compartir. Lo haré y si todo va como hasta ahora nos vemos el próximo martes. Gracias ?
De nada, gracias también a ti!, ya comentaremos los resultados del experimento. Besos!
Hola. Desde Canarias muchas gracias por tener en cuenta a los que no podemos estar ahí para aprender contigo y los que te acompañan. Te lo agradezco de todo corazón.
Hola! Me alegro de que sirva la iniciativa. Gracias a ti también por escribirme. Si haces la propuesta iremos comentando cómo va. Saludos!
Me encanta! Sin floreturas. Qué necesario 🙂
Gracias! El valor de lo simple 😉 Un besazo, Lorena!
Me apunto al reto! Gracias por la propuesta!! Un abrazo
Genial, gracias a ti, Eva. Un abrazo!