En las relaciones nos comportamos a veces como un perrillo asustado. Nuestros antiguos dueños nos han pegado tanto, lo hemos pasado tan mal, que, ahora, con que alguien simplemente mueva la mano cerca de nosotros, nos asustamos. Nos quedamos bloqueados y temblorosos. Y tardamos en reaccionar… Nos podemos quedar horas, incluso una noche entera en vela, hasta que, al amanecer, nos damos cuenta de que estamos así porque el otro ha hecho un gesto, ha dicho una palabra, que nos ha llevado directos al núcleo del dolor antiguo.
El otro… Una vez que nos rehacemos, quizás consigamos decirle a la otra persona (nuestra pareja, por ejemplo) que nos hemos asustado, que lo que ha hecho o dicho nos ha dado mucho miedo, que lo hemos pasado fatal, porque ese pequeño gesto nos ha llevado a situaciones pasadas parecidas donde hemos sufrido mucho. Nuestros traumas.
(A veces es posible incluso que el otro haya querido asustarnos un poco, mostrar quién manda, quizás porque él también estaba asustado.
La verdad de esto solo la sabe él, “pero esta es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión”)
Benditos gestos esos que provocan la salida de dolores antiguos. Para que puedan sanarse, liberarse y dejarnos libres. Para que podamos dejar de comportarnos como perrillos asustados. Y difícil la pareja que, ante nuestro dolor, permanece impasible, no lo entiende o lo minimiza. No es raro encontrarse con esto. Cuando el otro, ante nuestro sufrimiento, responde: no he hecho nada, no hay nada. Tu reacción ha sido muy exagerada ante algo “tan pequeño”. Con lo fácil que podría ser todo… Hay que ver qué forma de complicar las cosas.
Y de ahí no se mueve. Y nos quedamos con el dolor del trauma y el de la incomprensión. Es duro esto.
Porque sí, será pequeño el disparador y la reacción exagerada, pero esas palabras, ese gesto, eso “tan pequeño”, ha producido dolor. Y ese dolor sí que es real. Ese no tiene discusión, se siente en la boca del estómago. Nos pone la mente, el cuerpo y el corazón patas arriba.
Puede que decidamos dejar esa relación.
Seguramente otros van a seguir haciendo “movimientos” que nos van a seguir asustando. Pero estaría genial encontrar un “dueño” o «dueña» (en palabras de perrillo), que nos tratara tan bien que nos ayudara a ir cogiendo confianza y a perder el miedo (que es en lo que estamos empleados por nuestra cuenta). Si esto no es posible, estaría bien al menos que, si alguien nos va a acompañar hasta que se nos quiten esos temores, que al menos viera claro cuándo nos está asustando, aunque sea sin querer. Y que si no lo ve, que podría ser, que si se lo decimos, que no minimice el asunto. Que el dolor y el miedo, en esos momentos son reales, muy reales.
Esperemos tener los ojos bien abiertos para hacer un buen casting cuando aparezca un candidato a acompañante, que ese es otro problema que tenemos, que aparecen candidatos y que solemos hacer muy mala selección. Como dice mi amigo Alfonso, “esto es un no parar” 😉
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Gracias!!
Muchas gracias!!
Gracias Beatriz 🙏
Muchas gracias!!!!. Un saludo
De nada, colectivo 😀!!
lo comparto… sirve para revisar tantos dolores, abandonos… que uno a veces no tiene en cuenta
Gracias Gaby, me alegro de que sirva. Un abrazo!
Infinita Gracias . Muy claro y bien explicado .
De nada, guapa! Un abrazo fuerte!
Ay el alma gemela!
Dificilillo encontrarla!
Pero bueno… las hay que te ofrecen lo que está en su mano!! Muchas gracias, Beatriz. Tú alumbras!!
Jaja, no hace falta encontrar al alma gemela, sea eso lo que sea… Supongo que todos lo hacemos lo mejor que podemos, la cosa es dónde está cada uno y si hay puntos de unión, de comunicación suficientes o no… No sé… vamos viviendo y viendo.
Un abrazo fuerte!
y cuando nos abrimos a ese dolor que el otro sin querer tocó, creyendo que es su responsabilidad, se asusta. Gracias Beatriz.
Ay sí, que no es fácil permanecer tranquilos ante el dolor, ni el nuestro ni el del otro, ¿no? Un abrazo, Adriana!
Que puntería has tenido, maestra. Mejor no se puede exponer. Gracias por ayudar a poner pausa a «este no parar». B
Orden, orden jaja! Y buenos castings de los compañeros. Un abrazo!
Que bien explicado. Muchas gracias Beatriz
Qué bien, me alegro! Gracias a ti y un abrazo!
Muy bien explicado. Gracias Beatriz.
Muy bien Beatriz.
Gracias!
Muchas gracias, Beatriz. Me ha encantado. Es increíble cómo esos dolores pasados determinan nuestro comportamiento y nuestras reacciones en el momento presente. Es muy difícil sacar de dentro y expulsar aquellos miedos que nos hicieron sentirnos perritos asustados. En mi caso, quiero reaccionar de otra manera, pero a veces no sé y otras veces siento que ha sido peor y vuelvo a refugiarme en los patrones que me causan dolor, porque al menos eso lo conozco.
Es lo que tú siempre dices, que salir de la zona de confort asusta porque no tienes dónde agarrarte. Un fuerte abrazo.
Manuela, cuánta sabiduría en tus palabras, como siempre. Muchas gracias.
Aquí estamos, juntos, en este maravilloso camino de ir descubriendo todo eso que nos enreda, que nos ata a estar mal. Para poder soltarnos y vivir una vida lo más plena posible. Sin prisa pero sin pausa. Un abrazo fuerte!
Ah, y otra cosa, que nosotros no tenemos que sacar nada. Ya salen los miedos (y todo) ellos solitos :😉
Nosotros estamos ahí, para dejarlos salir, para darles presencia. Para no reprimirlos ni alimentarlos. Para no luchar con ellos. Paz. Que puedan liberarse :🙂
Seguir la pista a nuestros pensamientos sin querer cambiar nada observación y atención a las sensaciones producidas en el cuerpo permanecer con ellas sin reaccionar.
Momento presente Momento maravilloso……
Esto cuando se puede. La teoría está genial, otra cosa es lo que luego pasa de verdad. En mi caso, a veces, las sensaciones me desbordan, me atrapan y reacciono o me bloqueo.
Eso sí, momento presente, momento maravilloso (pase lo que pase, aunque no sea «lo correcto» o lo que dice la teoría)
Gracias por comentar!