Mal de amores

«De amores llora una rosa…» Lole y Manuel

Hace poco contaba en este blog que había conocido a una persona, que había surgido atracción… Al final la historia no funcionó. Resultó que el pretendiente pertenecía a la banda esa en la que se hacen pasar por Brad Pitt para estafar a mujeres ingenuas y muy necesitadas de amor. Menos mal que solo le ingresé 1.000 € 😂.

Es broma. El aspirante a novio era un hombre de carne y hueso. Y bastante atractivo, casi tanto como uno de esos actorazos americanos. Pasaba el casting con creces, y no sólo en la parte física.

No cuajó. 

Fue bonito mientras duró PERO… no era para mí. 

No estaba a gusto yo.

En otro momento de mi vida me habría quedado ahí, enredada, igual hasta disfrutando, unos cuantos meses, incluso más.

En esta ocasión, no he entrado. Quedamos unas cuantas veces, paseamos, charlamos. Y lo vi.

Tuve el valor para sentir, para ver y para actuar en consecuencia. Para SOLTAR.

Escuché a algo que está más allá de mi mente. Se llame corazón, alma, ser, tripas… Da igual. 

Es muy importante considerar a esa otra parte que no es racional. Mejor si no tiene que gritarnos mucho, pues lo suele hacer a base de conflicto y dolor.

La mente y la razón son claves. Y el corazón también. Han de ir de la mano.

En mi vida me he cegado muchas veces. La superficie, muy convincente, tapó el fondo. Mi mente, rápida y bien armada, casi conseguía callar a mi corazón.

Ya no. Ya si mi corazón no está contento, yo tampoco lo estoy. 

Siempre fue así, pero antes tardaba más en darme cuenta. Echaba a andar, con esa incomodidad de fondo que era la voz de mi alma tratando de comunicarse conmigo. Miraba para otro lado ante algunas indicaciones de la vida en ese sentido (=aquí no es, aquí no estás bien, no está lo que tú quieres y mereces).

Antes o después tenía que abandonar la escena. Cuando el volumen del malestar era casi insoportable. 

No solo sufría yo, también él y todo el entorno.

Algo ha cambiado. Gracias a todas mis vivencias, a las veces que me he lanzado, que me he mojado, que he probado. Gracias a mis ganas, a mi ingenuidad, a mi fé en la vida… Gracias a la vida, algo ha cambiado. No tengo todo resuelto, sigo aprendiendo y creciendo, pero ha habido un click.

Ahora, si siento que no quiero estar en un sitio, no me quedo. Aunque la mente (o quien sea) aporte argumentos indiscutibles, si “yo” no estoy bien, si no me siento bien, me voy. 

La vida no va de argumentos, las decisiones no se toman con argumentos. No funciona. El órgano de decisión está más profundo.

No sólo tiene que estar en orden lo superficial, lo racional, que también. Tiene que haber un SÍ que viene de muy adentro. Ese SÍ que ayuda a estar ahí, con serenidad y fortaleza, cuando llegan las dificultades. Para poder crecer juntos a partir del conflicto. El SÍ del corazón que convertirá el lodo en loto. 

¿Para qué perder el tiempo? Te descuidas y se te pasa el arroz. 

No sé si acabaré mi vida sola o acompañada. Lo que sí sé es que seguramente lo voy a hacer en paz, habiendo vivido a tope y fiel a mí misma. Sin forzar. 

Y después, quién sabe, en algún momento puede que comprenda lo que de verdad soy, que no soy quien creo ser… que yo soy tú y tú eres yo, que esto es un sueño… Sí, todo eso, muy bien. Pero aquí, ahora, en esta vida, en este cuerpo, esta Bea de carne y hueso quiere amarse, respetarse y estar feliz y a gusto. Por su bien y el de todos sus compañeros.

No hay tiempo que perder 😉

2 respuestas a “Mal de amores”

  1. Gabriela dice:

    Grande Bea ..eso se llama inteligencia emocional con compasión…te felicito!!

  2. María Antonia dice:

    Gracias por ser tan abierta, Bea! Quien abre hacia afuera también es capaz de recibir.

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