Tenemos adicción al pensamiento. A veces, en la sesión de meditación de los martes nos reímos comentando que, en realidad, es una reunión de «pensadores anónimos». «Hola, me llamo Pepa y soy adicta al pensamiento. No puedo más, esta adicción está afectando a mi salud, a mis relaciones, a mi vida en general. Necesito ayuda» 🙂
Detrás del continuo dar vueltas a la cabeza o buscar más y más información hay una compulsión que se está sosteniendo sobre nuestra necesidad de seguridad. El espacio abierto, vacío y lleno de posibilidades desconocidas que se abre cuando desaparece el pensamiento da miedo. La incertidumbre da miedo. Y muchas veces, la única estrategia admitida, barata y a mano para sentirnos seguros es darle vueltas a la cabeza, es montar una historia y mascarla una y otra vez. El tema de la historia da igual. El 99% de ellas cumple esa función de mantenernos distraídos y con sensación de control en una realidad virtual que poco tiene que ver con la realidad.
La práctica de esta semana.
Esta semana podemos prestar atención a esto, a ver cuándo estamos enredados en una historia. Muchas veces, la atención se queda «pillada» en los objetos. Se queda como pegada en algo que ve, oye, saborea, huele, siente o piensa (consideramos a esos pensamientos que aparecen de pronto en nuestra mente «objetos») y comienza a elaborar una historia a partir de ahí (esto se llama proliferación)
Cómo se hace
Si puedes, date cuenta de cuándo tu atención se ha quedado atrapada en algo y estás metido en una historia. Después, si quieres, puedes conectar con tu cuerpo o tu respiración y/o seguir con lo que estuvieras haciendo.
Un par de consideraciones: los pensamientos no son nada malo, no son algo que hay que evitar o reprimir. Tampoco trabajamos el cambiarlos para que siempre sean positivos o tratar de que la mente no se enrede. No estamos queriendo hacer nada con estas prácticas. No queremos conseguir nada, controlar nada, añadiendo más tensión a la que ya hay. Queremos descubrir, investigar y conocer la forma de funcionar de nuestra mente y nuestros patrones inconscientes. Y a la vez fortalecer eso que está siempre ahí, de fondo, que ve lo que está sucediendo y que también ve dónde está la parte de ella misma que se mueve detrás de los objetos o que se queda atrapada. Eso que podemos llamar conciencia, mindfulness o como queramos.
El estar presente, la paz o cualquier estado agradable no son un objetivo que tenemos que lograr, surgirán o no, y se nos resistirán más cuanto más los persigamos (abierta o encubiertamente). Podemos tomar todas estas prácticas no como algo que hay que hacer «bien», sino como un juego, una posibilidad de descubrir mecanismos que están funcionando a nuestras espaldas que nos sacan de donde estamos y que, muchas veces, nos quitan fuerza o nos llevan a lugares donde no queríamos ir.
Unas palabras inspiradoras:
La espiritualidad más alta es estar en contacto con la realidad. Krishnamurti
La corriente de pensamientos tiene una enorme inercia que puede arrastrarte fácilmente. Cada pensamiento pretende tener una gran importancia. Quiere captar toda tu atención.
He aquí un ejercicio espiritual que puedes practicar: no te tomes tus pensamientos demasiado en serio. E. Tolle
Cuando estás en el pensamiento compulsivo, estás evitando lo que es. No quieres estar donde estás. Aquí, Ahora. E. Tolle
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