Hay un texto de la maestra zen Charlotte Joko Beck que me resulta inspirador. Lo he traducido para compartirlo. Os lo dejo aquí:
Un gran contenedor
Podemos hablar de “unidad” hasta que las ranas críen pelo. ¿Pero cómo nos separamos de los otros realmente? ¿Cómo? La soberbia, de la que nace la rabia, es lo que nos separa. Y la solución es una práctica en la cual experimentamos como un estado corporal concreto esta emoción que crea separación. Cuando hacemos esto se crea Un Gran Contenedor.
Lo que se crea, lo que crece, es la cantidad de vida que podemos contener sin que nos moleste o nos domine. Al principio, este espacio es bastante restringido, después un poco más grande y después aún más. Nunca tiene que dejar de crecer. Y la iluminación es este enorme y compasivo espacio. Pero al vivir nos damos cuenta de que el tamaño de este contenedor tiene un límite, y es en ese punto donde debemos practicar. ¿Y cómo sabemos dónde está el límite? Estamos en ese punto cuando sentimos cualquier grado de molestia, de enfado. No hay ningún misterio. Y la fuerza de nuestra práctica es tanta como grande se vuelve ese contenedor.
Cuando hacemos esta práctica, tenemos que ser benévolos con nosotros mismos. Tenemos que darnos cuenta cuándo no queremos hacerla. Nadie tiene ganas todo el tiempo. Y no está mal cuando no la hacemos. Siempre hacemos aquello que estamos preparados para hacer.
La práctica de hacer Un Gran Contenedor es esencialmente espiritual porque esencialmente no es nada. Un Gran Contenedor no es una cosa; la conciencia no es una cosa; el testigo no es una cosa o una persona. No hay nadie siendo testigo. Sin embargo, aquello que puede ser testigo de mi mente y cuerpo tiene que ser otra cosa que mi mente y cuerpo. Si yo puedo observar mi mente y cuerpo en un estado de rabia, ¿quién es ese “yo” que observa? Esto me demuestra que yo soy otra cosa que mi rabia, más grande que mi rabia, y este conocimiento me posibilita el construir Un Gran Contenedor, el crecer. Así que lo que hay que aumentar es la capacidad de observar. Lo que observamos es siempre secundario. No es importante que estemos molestos; lo que es importante es la capacidad de observar la molestia.
Cuando crece, primero la capacidad de observar y luego la de experimentar, se incrementan dos factores: la sabiduría, la capacidad de ver la vida tal y como es (no como que yo quiero que sea) y la compasión, la acción natural que surge de ver la vida tal como es. No podemos tener compasión por nadie o por nada si nuestro encuentro con ellos está enredado en la soberbia y la rabia; es imposible. La compasión crece cuando creamos Un Gran Contenedor.
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Q bonito
Gracias por ayudarme.
Besos.
De nada, Lola, me alegro de que te guste. Un abrazo fuerte!
No acabo de ver cuando nos reuniremos para meditar
Aquí está la información
https://mindfulnessgranada.es/2020/04/11/proxima-actividad/
Cualquier duda, me dices. Un abrazo!