El lobo siempre enseña la patita (y detrás de la pata de un lobo, suele haber un lobo).
Al principio de una relación de pareja, los lobos siempre enseñan la patita. Y la vemos. Pero no le hacemos caso. Es algo muy pequeñito que sucede en medio de todo un despliegue de luz y color. ¡Ay!, ahí está el germen de un montón de sufrimiento que vendrá, ya sea que acabemos con la relación o que nos quedemos atrapados en ella. El germen no está tanto en la patita que asoma como en el hecho de no hacerle caso.
Por mucho que lo intentemos esconder, lo que somos sale al exterior. Y se ve, los demás lo ven. Al principio de una relación, es más fácil mostrar nuestra mejor cara. Cuando va pasando el tiempo y nos vamos relajando o cansando de tanto esfuerzo por esconder nuestro lado oscuro, este va saliendo a relucir cada vez con más claridad y fuerza. Al lobo se le va resbalando la piel de cordero que lo cubre.
Y llega un momento en que el lobo aúlla tan fuerte y enseña sus dientes tan a menudo que ya no puedes ignorarlo por más tiempo, llegas a la comprensión: mi pareja es un lobo.
Moraleja: Si no quieres a un lobo como pareja, en cuanto asome la patita, que la asomará, dale un beso a su cara de corderito y sal corriendo de su lado. (Una pata de lobo es una pata de lobo y, detrás de ella, suele haber un lobo).
PD: Si eres de las que creen que hay lobitos buenos o que todo el mundo merece una oportunidad, o que quizás ese día no te habías puesto las gafas, puedes esperar y ver cómo van saliendo, detrás de la patita, el resto de las partes…Si esperas lo suficiente, verás al lobo entero, no lo dudes (aunque sea lo último que veas).
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